17 Ene La relación entre el calzado y la salud postural: mitos y realidades
La salud postural es un factor clave para mantener una buena calidad de vida, especialmente en las personas mayores, quienes son más propensas a experimentar problemas musculoesqueléticos debido al desgaste natural del cuerpo. Aunque muchos atribuyen estos problemas a la edad, pocos consideran el impacto que tiene el calzado en la postura y, por ende, en el bienestar general.
Elegir un calzado adecuado no solo contribuye a la comodidad, sino que también puede prevenir dolencias en la columna vertebral, las caderas y las rodillas. Sin embargo, a menudo circulan mitos sobre qué tipo de calzado es el mejor, lo que puede llevar a decisiones erróneas. En este artículo, desmitificaremos algunos de estos conceptos y ofreceremos claves para elegir el calzado que cuida la postura en la tercera edad.
La importancia de una buena salud postural en personas mayores
A medida que envejecemos, el cuerpo experimenta cambios que pueden afectar la postura. La disminución de la densidad ósea, la pérdida de masa muscular y la aparición de problemas articulares, como la artritis, son solo algunos de los factores que pueden alterar la alineación natural del cuerpo.
Una postura incorrecta no solo genera dolores musculares y articulares, sino que también afecta actividades cotidianas como caminar, levantarse de una silla o mantener el equilibrio. Por ello, el uso de un calzado adecuado es esencial para garantizar una buena salud postural y prevenir caídas, uno de los principales riesgos en la población mayor.
Mitos comunes sobre el calzado y la postura
“El calzado blando es siempre mejor”
Aunque los zapatos con suelas muy blandas pueden parecer cómodos, no siempre son la mejor opción. En personas mayores, una suela excesivamente blanda puede comprometer la estabilidad y aumentar el riesgo de tropiezos. Lo ideal es optar por calzado con una suela flexible, pero que ofrezca un soporte adecuado y absorba los impactos al caminar.
“Los tacones bajos no afectan la postura”
Un tacón muy bajo, o incluso la falta de tacón, también puede ser perjudicial. Un calzado completamente plano no proporciona el soporte necesario para la curva natural del pie, lo que puede desequilibrar la postura. Para personas mayores, un tacón moderado de 2-3 centímetros es una opción más saludable.
“Cualquier zapato ancho es suficiente”
Un calzado ancho no siempre garantiza comodidad ni una correcta alineación del cuerpo. El ajuste debe ser preciso, asegurándose de que el zapato se adapte al pie sin apretar, pero también sin dejar espacio excesivo que provoque deslizamientos.
Claves para elegir el calzado adecuado
Para las personas mayores, el calzado debe cumplir con ciertos requisitos que favorezcan la salud postural y el confort. Entre las características más importantes, destacan:
- Plantillas extraíbles: ideales para adaptar el calzado a necesidades ortopédicas específicas.
- Suelas antideslizantes: imprescindibles para evitar caídas en superficies resbaladizas.
- Materiales transpirables: que mantienen el pie seco y reducen la proliferación de bacterias.
- Amplia apertura y cierres ajustables: facilitan el calce y permiten un ajuste personalizado, esencial en casos de hinchazón.
- Amortiguación adecuada: que absorba los impactos al caminar y reduzca la presión en las articulaciones.
Cómo afecta el calzado inadecuado a la salud postural
El uso de calzado inadecuado puede agravar o incluso causar problemas posturales. Zapatos demasiado estrechos o sin soporte pueden alterar la forma de caminar, sobrecargando ciertas zonas del cuerpo y provocando molestias en la espalda, las caderas o las rodillas.
Por otro lado, el calzado con suelas desgastadas o mal diseñadas puede modificar la distribución del peso, lo que afecta el equilibrio y aumenta el riesgo de tropiezos o caídas.
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